Nos
enfrentamos al cambio en los estilos de vida del mundo contemporáneo… no es
algo fortuito ni un acto de voluntariedad adolescente, ni siquiera se trata de
una moda; es un cambio en los estilos de vida, derivados de las necesidades y
de lo factual en el mundo contemporáneo.
Manuel Vizuete Carrizosa (2010).
En los últimos veinte años la investigación científica
relacionada con el bienestar físico, emocional y social ha ofrecido a la
humanidad acercamientos más precisos, para modificar conductas y situaciones
que disminuyan la certidumbre de la calidad de vida y la ausencia de la
enfermedad.
De forma aislada, las ciencias disciplinares han
cerrado la brecha en busca del estado óptimo, cada una ha provisto teorías,
corrientes y modelos para su estudio. En la actualidad existe un marco
referencial amplio que sustenta que la enfermedad no es un padecimiento
unidireccional, sino que depende de la asociación de factores –en su mayoría
psico-sociales– relacionados con los estilos de vida (Pastor, Balaguer y García, 1998; Wilkinson y
Marmot, 2003).
Esta modelación justamente se experimenta de forma
importante durante la niñez y adolescencia, siendo en la adultez la
reproducción de lo que se aprendió en las primeras etapas de la vida. En
México, como en el mundo, los jóvenes representan el futuro de la sociedad; sin
embargo en la actualidad, esta población se muestra como una de las más
vulnerables tras altos índices de obesidad, ingestas hipocalóricas, consumos de
sustancias psicoactivas, trastornos alimentarios y psicológicos, suicidios,
muertes prematuras, entre otros problemas particulares de esta edad. Estas
situaciones han desmejorado las oportunidades de desarrollo humano y acceso a
la calidad de vida en algunos de ellos.
El tema es sensible y puede ser observado desde alguna
de las tres dimensiones –perspectiva biológica, psicológica o social– de lo que
la OMS define como bienestar y calidad de vida, o bien combinar algunas de las
líneas de investigación entre sí.
Esta visión parte de la hipótesis, que acentúa que la
estructura social estable y familiar normofuncional se asocia a la
predisposición de estilos de vida activa y saludable en los jóvenes
preuniversitarios colimenses. Esta visión nos hace pensar que los estilos de
vida saludable de los adolescentes están estrechamente relacionados con la
percepción positiva del bienestar emocional y conductas habituales correctas,
derivadas de un modelo ecológico. Esta postura teórica (Bronfenbrenner, 1987,
Wilkinson y Marmot, 2003) ayuda a entender la influencia del contexto social en
el que se desarrollan los estilos de vida relacionados con la salud, y
comprender el proceso entre el individuo y su entorno, que contribuyen a la
adquisición y mantenimiento de las conductas de salud.
Esquema de los Factores
Determinantes de los estilos de vida
(Mendoza, Sagreda y Batista, 1994).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha promovido
que en este último tercio del siglo XX, se asista a una nueva cultura de la
salud, en la que se han desarrollado modelos explicativos que permiten integrar
las complejas interacciones de los factores biológicos y sociales (Wilkinson y
Marmot, 2003; Elizondo, 2005) implicados en los estilos de vida y que dan por
resultados la mejora o la disminución de la calidad de vida. Entre estos nuevos
enfoques cabe destacar el modelo ecológico, el cual, apoyado en el desarrollo
de la ecología humana, explica la salud desde el proceso adaptativo del hombre
a su complejo medio físico y social.
El contexto, en mayor o menor medida, ejerce una
influencia en la calidad de vida de las personas y, de forma voluntaria o
involuntaria, en sus estilos de vida. Los estilos de vida serían la forma de
vivir de las personas que, al igual que el medio ambiente, están determinados
por un conjunto de factores (físicos, sociales o laborales) que dependerán
tanto del individuo como del complejo entorno que le rodea, dando lugar a
estilos de vida más o menos saludables.
Estudiar el tema resulta vital, a nivel social
toca puntos relevantes como una movilización ciudadana para el cambio social y
la responsabilidad común para favorecer entornos saludables. A nivel
individual, toma aspectos cualitativos y cotidianos de las personas vinculadas
a su salud. Por tanto, abordar el tema desde las tres perspectivas nos
proporciona un acercamiento completo a la dinámica corporal, de movimiento y
prospectiva saludable de los jóvenes. Podemos desde este enfoque encontrar
elementos y determinantes para modificar los estilos de vida que deriven en
prácticas mayormente saludables de este sector de la población.