La ciudad y el movimiento (Gerzaín Manzo/Ciria Salazar)
Las ciudades suponen la
ausencia de espacio físico entre las personas y las empresas. Representan la
proximidad, la densidad de población y una forma de intimidad compartida. Constantemente
los medios de comunicación, las redes sociales, acercan y aíslan a los seres
humanos. La telefonía celular, el uso de los controles remotos, los utensilios
electrodomésticos programables hacen que el ser humano extienda su cuerpo y lo
llene de aditamentos.
Las ciudades nos permiten
trabajar y jugar juntos, y su éxito depende de la demanda de contacto físico
(Glaeser, 2011). En una mirada catastrófica podemos decir que la ciudad puede
en grado extremo deshumanizar, vemos tanto, oímos tanto, se dice tanto, que en
una gran ciudad casi no se oye, ni se ve, menos se vive. Otra visión sería que
la ciudad es bondadosa con el enriquecimiento del conocimiento y la oferta
laboral, aunque las desigualdades sociales sean terriblemente marcadas, al
menos en las urbes capitalistas.
Las grandes vías son
las arterias de las ciudades, su torrente sanguíneo está compuesto por un
número cada vez más creciente de automóviles. Su uso resulta indispensable para
recorrer las grandes distancias, desde los núcleos habitacionales hasta las
locaciones laborales. Reconocemos hasta este momento cuatro elementos básicos
para definir la vida del hombre citadino:
·
Una alteración del hábitat natural,
·
El fácil acceso de bienes y servicios,
·
El uso frecuente del automóvil y
·
El establecimiento del esquema
centro-periferia para el funcionamiento de la organización citadina.
La probadita es parte de un texto que será publicado por una revista científica. En breve el link.
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